En un mundo donde muchos relojes intentan llamar la atención a gritos —con colores chillones, cajas sobredimensionadas o marketing hipervitaminado— hay marcas que hacen exactamente lo contrario. Hablan en voz baja. Y, curiosamente, son las que más se quedan contigo. Sternglas es una de ellas.
Fundada en Hamburgo en 2016 por Dustin Fontaine, un diseñador gráfico obsesionado con la claridad visual y el diseño funcional, Sternglas nació como una respuesta a una pregunta muy simple pero poderosa: ¿Por qué es tan difícil encontrar relojes bien diseñados, bien hechos y a un precio razonable?
Desde entonces, la marca ha crecido. Pero su alma sigue siendo la misma: precisión alemana, estética Bauhaus, y una transparencia absoluta en todo lo que hace. Y eso, hoy en día, es una rareza que se agradece.
Diseño que respira
Si hay algo que define a Sternglas es su apuesta decidida por el diseño minimalista alemán. Líneas limpias, proporciones equilibradas, tipografías que harían sonreír a cualquier diseñador tipográfico. Cada modelo parece haber sido afinado con regla, compás y sentido común.
Pero no es un minimalismo frío ni robótico. Es un diseño con calidez, donde todo tiene una razón de ser: los índices bien marcados, las esferas limpias, los segundos discretos. No sobra nada, pero tampoco se echa nada en falta.
La caja, generalmente entre 38 y 42 mm, busca adaptarse a todo tipo de muñecas. Ni ostentosa ni insignificante. Simplemente correcta. Y en relojería, eso es un arte.
Materiales honestos, ejecución cuidada
Sternglas no vende sueños suizos ni pretende engañar a nadie con palabrería técnica. Lo que ves es lo que hay: acero 316L, cristales de zafiro abombados con tratamiento antirreflejos, y correas de cuero curtido vegetal o de acero milanesa con cierres bien resueltos.
El nivel de acabado sorprende para relojes que, en la mayoría de los casos, se sitúan por debajo de los 300–400 euros. En muñeca, dan una sensación de solidez y coherencia que muchas marcas de precio similar no alcanzan ni de lejos.
Movimientos que cumplen (y algo más)
La mayoría de modelos funcionan con movimientos de cuarzo suizo Ronda o automáticos japoneses Miyota. No estamos hablando de calibres in-house ni de complicaciones exóticas, pero tampoco lo necesitamos. El foco aquí está en la fiabilidad y la accesibilidad.
Dicho esto, Sternglas ha comenzado a explorar calibres más sofisticados en ediciones especiales, y eso indica que la marca no se duerme. Evoluciona, pero sin perder el norte.
Una marca que escucha
Lo que realmente diferencia a Sternglas es su cercanía con la comunidad. No hay una gran agencia de publicidad detrás. Hay equipo, hay diseño interno, hay campañas pensadas, sí, pero sobre todo hay algo raro en estos tiempos: transparencia.
La marca detalla en su web el origen de sus materiales, sus procesos de producción, sus proveedores. Y cuando lanza algo nuevo, suele ser el resultado de escuchar a sus clientes. ¿Que muchos pedían tamaños más pequeños? Llegaron. ¿Que querían correas intercambiables sin herramientas? Hecho.
Sternglas en Inhorgenta: diseño que no necesita focos
Este año, en Inhorgenta Múnich, el stand de Sternglas no era el más grande ni el más lujoso. Pero era el más elegante. Limpio, claro, ordenado. Como sus relojes. Y atrajo a un público muy definido: compradores exigentes que saben lo que buscan. Tiendas que quieren ofrecer calidad sin inflar etiquetas. Gente que valora el diseño con propósito.
Uno de los modelos que más llamó la atención fue el Naos Automatik, una pieza equilibrada, con reserva de marcha generosa, y un precio que parecía una errata (pero no lo era). También gustó mucho el Asthet, con su esfera segmentada y un guiño sutil a los relojes de estación alemanes.
Por qué nos gusta (de verdad)
Sternglas no quiere ser todo para todos. Quiere ser exacto para los que buscan diseño claro, buena fabricación y una relación calidad-precio brutal. Y lo consigue.
Nos gusta porque no hay humo. Porque no intenta parecer más de lo que es. Porque respeta tu muñeca, tu bolsillo y tu inteligencia.
En un mundo saturado de relojes que compiten por ser el más brillante del escaparate, Sternglas prefiere ser el que te apetece llevar todos los días. Y eso, amigo, es mucho más difícil de lograr.